Oh Dios, que eres la felicidad en ti Mismo y para esta felicidad no necesitas a ninguna criatura, ya que eres en Ti Mismo la plenitud del amor, pero por tu insondable misericordia llamas a las criaturas a la existencia y las haces participes de Tu felicidad eterna y de Tu eterna vida interior divina que vives Tú, Único Dios, Trinitario en Personas. En Tu insondable misericordia has creado los espíritus angélicos y los has admitido a Tu amor, a Tu familiaridad divina. Los has hecho capaces de amar eternamente; aunque los has colmado, oh Señor, tan generosamente del resplandor de belleza y de amor, no obstante no ha disminuido nada Tu plenitud, oh Dios, ni tampoco su belleza y amor Te han completado a Ti, porque Tú en Ti Mismo eres todo. Y si los has hecho participes de Tu felicidad y les permites existir y amarte, es únicamente gracias al abismo de Tu misericordia, a tu bondad insondable por la cual Te glorifican sin cesar, humillándose a los pies de Tu Majestad y cantando sus himnos eternos: Santo, Santo, Santo… Adorado seas, Único en la Santísima Trinidad, Dios misericordioso, Insondable, infinito, inconcebible. Sumergiéndose en Ti, su mente no logra comprenderte, Por lo tanto repiten sin cesar su eterno: Santo… Glorificado seas, nuestro misericordioso Creador y Señor, Omnipotente, pero lleno de piedad inconcebible. Amarte es una tarea de nuestra existencia, Cantando nuestro himno eterno Santo… Bendito seas, oh Dios misericordioso, Amor eterno, Tú estás por encima de los cielos, zafiros y firmamentos, La pura legión de espíritus Te alaba así, Con su himno eterno, tres veces Santo.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team