Lunes, 19 De Mayo : San Gregorio de Nisa
El Verbo dijo “¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía! Paloma mía, que anidas en las grietas de las rocas, en lugares escarpados, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz; porque tu voz es suave y es hermoso tu semblante” (Ct 2,13-14). ¿Qué significa este ascenso hacia la perfección que menciona el texto? No significa percibir el esfuerzo que realizamos, sino tomar como guía para el ascenso a la atracción misma que experimentamos. “¡Levántate, amada mía, y ven!”, ven de ti misma. No a pesar de todo o por coacción de la necesidad, sino de ti misma, con el deseo de bien que te es propio. Porque la virtud no admite tiranías, actúa voluntariamente y está liberada de la rigidez de la necesidad. Es así que David pedía a Dios aceptar solamente las ofrendas hechas de todo corazón y prometía ofrecer sacrificios voluntarios (cf. Sal 53,8). Es esa también la actitud de todos los santos al ofrecerse a Dios, y no porque los lleven los límites de las carencias. Muestra también tu perfección, asumiendo tú mismo el deseo de ascender más alto. Una vez ahí, dice el Verbo, vendrás a “las grietas de las rocas, en lugares escarpados”. Veamos el sentido de estas palabras, ya que es necesario traducir los enigmas en palabras más claras. La única grieta de las rocas para el alma del hombre, es la elevación del Evangelio. Si se llega, no será necesaria la enseñanza oscura de las figuras veladas en los preceptos. Que la gracia del Evangelio sea denominada roca, no puede ser negado por alguien que tenga fe, ya que leemos en la Escritura que el Evangelio es considerado una roca (cf. Mt 7,24). (…) Entonces, porque las grietas de las rocas están en lugares escarpados, para ti es posible pasar de lugares escarpados a las grietas de las rocas.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team