Domingo, 28 De Abril : Beato Columba Marmion
Jesús ha querido iluminar nuestra fe en su acción santificante, con una comparación. “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos” (Jn 15,5), expresa. Los sarmientos viven, pero no tiran de su propio fondo la savia que los fecunda. Constantemente toman su vitalidad de la savia que viene del tronco. Elaborada fuera de ellos, es ella que los vivifica. Así es también para los miembros de Cristo. Buenas acciones, práctica de virtudes, progreso espiritual, todo por santidad. Sin embargo, es la savia de la gracia viniendo de Cristo que realiza en ellos maravillas: “Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí” (Jn 15,5). En Jesucristo todo irradia vida: sus palabras, acciones, condiciones. Todos sus misterios, los de la infancia, de su muerte, resurrección, gloria, poseen una fuerza siempre eficaz de santificación. En él, el pasado no está abolido (cf. Rom 6,9; Heb 13,6). Versa en nosotros la vida sobrenatural, continuamente. Sin embargo, nuestra falta de atención o de fe, paraliza frecuentemente su acción en nuestra alma. Para nosotros, vivir de la vida divina, es tener la gracia santificante. Es decir, ser parte de Cristo por la fe y el amor, en nuestros pensamientos, afectos y en toda acción.
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