Domingo, 3 De Noviembre : San Basilio
El amor de Dios no se enseña. Nadie nos ha enseñado a gozar de la luz ni a tener sobre todo el instinto de la vida. Nadie nos ha enseñado a amar a los que nos han traído al mundo o nos han criado. De igual forma, a más fuerte razón, no es una enseñanza exterior que nos enseña a amar a Dios. En la naturaleza misma del ser vivo -del hombre- se encuentra inserta una fuerza que contiene el principio de esta aptitud para amar. A la escuela de los mandamientos de Dios, nos pertenece recoger ese germen, cultivarlo diligentemente, nutrirlo, llevarlo a su desarrollo por medio de la gracia divina. Tanto como el Espíritu Santo nos dé la fuerza, con la gracia de Dios y sus oraciones, nos esforzaremos para avivar el destello del amor divino escondido en ustedes. (…) Usando leal y convenientemente de esas fuerzas, experimentamos vivir santamente en la virtud. En cambio, desviándolas de su fin, somos llevados hacia el mal. Tal es la definición del vicio: el uso abusivo y contrario a los mandamientos del Señor, de las facultades que Dios nos ha dado para el bien. En consecuencia, la definición de la virtud que Dios nos pide será el uso cuidadoso de esas facultades, según el orden divino. Decimos lo mismo sobre la caridad. Al recibir de Dios el mandamiento del amor, el alma lleva inserta desde su creación la fuerza del amor.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team