Domingo, 9 De Junio : San Francisco de Sales
Tenemos que considerar que no hay ninguna vocación que no tenga sus inconvenientes, amarguras o rechazos. Excepto aquellas personas que aceptan plenamente la voluntad de Dios, muchas querrían con gusto cambiar su condición por la de los otros. Los obispos no quieren serlo, los casados no quieren estar casados, los que no están casados, sí estarlo. ¿De dónde esta inquietud de espíritu, si no es de un cierto desagrado que nos produce la obligación o de un malestar que nos hace pensar que lo del otro es mejor que lo nuestro? Todo esto forma una unidad: el que no acepta las situaciones con resignación y que a todo le da vueltas, nunca tendrá reposo. Los que tienen fiebre no encuentran ningún lugar bueno, no pueden permanecer un cuarto de hora en un lecho, que ya querrían cambiar. No es culpa del lecho sino de la fiebre que los atormenta. Una persona que no tiene la fiebre de su voluntad propia, se contenta con todo. Mientras Dios sea servido, no se preocupa en que dominio Dios la ocupa. Todo le da igual, mientas la voluntad divina sea hecha. Aunque para ser realmente devoto no sólo es necesario hacer la voluntad divina, sino hacer su voluntad alegremente. (…) Quiero esto o aquello, estaría mejor acá o allá: esas son tentaciones. Nuestro Señor sabe bien lo que hace. Realicemos lo que quiere, permanezcamos en donde nos ha puesto.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team