Jueves, 25 De Noviembre : Una homilía griega del siglo 4º
¿Qué es el advenimiento de Cristo? La liberación de la esclavitud y la desestimación del antiguo contrato, el comienzo de la libertad y el honor de la adopción, la fuente de la remisión de los pecados y la vida verdaderamente inmortal para todos.
Como el Verbo, la Palabra de Dios, nos viene de lo alto, tiranizados por la muerte, disueltos, atados por los lazos de la caída, llevados por un camino sin retorno, vino para tomar la naturaleza de Adam, el primer hombre, según el designio del Padre. No les confió a ángeles ni a arcángeles la tarea de nuestra salvación, sino Él mismo tomó sobre sí el combate por nosotros, obedeciendo las órdenes del Padre… Recogiendo y recapitulando en Él toda la grandeza de su divinidad, vino a la medida que quiso… por el poder del Padre no perdió lo que tenía, pero tomando lo que no tenía, llegó a ser tal, que se convirtió en un ser limitado… Mira que es el Señor: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha” (Sal 109,1)… Ve que es el Hijo: “Él me llamará Padre, y yo lo haré mi Hijo” (Salmo 88,27-28) … Observa que también es Dios: “Los poderosos vendrán y se postrarán ante ti; te rogarán, porque tú eres su Dios” (Isaías 45,14) …
Mira que es el Rey eterno: “Cetro de justicia, es tu cetro real… Dios, tu Dios te ha ungido con óleo sagrado “(Salmo 44,7-8)… Ve que es el Señor de los ejércitos, “¿Quién es este Rey de gloria? El Señor de los ejercitos, Él es el Rey de gloria ” (Sal 23,8)… También vemos que es el Sumo y Eterno Sacerdote, “Tú eres sacerdote para siempre” (Salmo 109,4). Pero si él es Señor y Dios, Hijo y Rey, Señor y sumo y eterno sacerdote, y porque ha querido, “también es hombre: ¿quién lo comprenderá?”(Jer 17,9 LXX)… Como Dios y como hombre, Jesús vino a nuestra casa… Se revistió de nuestro cuerpo miserable y caduco… y se hizo cargo de nuestro cuerpo con sus enfermedades, y las curó con su poder, para que se cumpliera la palabra: “Yo soy el Señor… te cogeré de la mano derecha y te fortaleceré… Yo soy el Señor, este es mi nombre… Y el último enemigo, la muerte, será destruida… Muerte, ¿dónde está tu aguijón? “(Is 42,6; 1 Cor 15,26.55).
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