Sábado, 17 De Mayo : San Agustín

El que pide a Dios lo único que importa y lo busca, puede hacerlo con confianza, sin temor de no ser escuchado. Fuera de ese bien, puede que su oración no sea escuchada. Ese bien único, es la única Vida verdaderamente feliz. En esa Vida en la que seremos inmortales e incorruptibles de cuerpo y de espíritu, contemplaremos para siempre las delicias del Señor. En función de ella, tenemos que buscar las otras cosas y pedirlas. El que la poseerá, tendrá todo lo que quiera y sólo podrá desear lo bueno, ya que es la fuente de toda vida. En la oración, tenemos que tener sed de esa Vida, en tanto vivimos en la esperanza sin ver todavía lo que esperamos. Vivimos protegidos por las alas del Señor, hacia el que sube todo nuestro deseo de ser embriagados por la abundancia de su casa y beber en el manantial de sus delicias. Porque en Dios se encuentra la fuente de la Vida y en su luz veremos la luz (cf. Sal 35,8-10). Entonces nuestros deseos serán saciados y no tendremos que buscar más gimiendo, sino sólo permanecer en nuestra alegría. (…) ¿Cómo describir el objeto de nuestros deseos, si no lo conocemos? Cierto, si lo desconociéramos totalmente, no podríamos desearlo. Ya no tendremos que desearlo o buscarlo gimiendo, cuando lo contemplemos.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team