Sábado, 20 De Mayo : San Juan María Vianney
Mis hermanos, nada más consolador para nosotros que las promesas que Jesucristo nos hace en el Evangelio: todo lo que pediremos al Padre en su Nombre, nos lo acordará (cf. Jn 16,23). No sólo nos permite de pedirle lo que deseamos, sino que nos lo manda, nos lo ruega. Dijo a sus discípulos “Ya hace tres años que estoy con ustedes y no me piden nada. Pídanme, para que su alegría sea perfecta” (cf. Jn 16,24). Esto nos muestra que la oración es la fuente de todos los bienes y toda la felicidad que podemos esperar sobre la tierra. Según esto, hermanos, si somos tan pobres, tan faltos de luz y de los bienes de la gracia, es porque no rezamos o rezamos mal. (…) No nos asombremos que el demonio haga todo lo posible para que no realicemos nuestras oraciones o para inducirnos a que las realicemos mal. Él comprende cuanto el infierno teme a la oración y, también, que es imposible para Dios rechazar lo que le pedimos en la oración. ¡Cuántos pecadores saldrían del pecado si tuvieran la felicidad de recurrir a la oración! (…) Una oración bien hecha es un aceite perfumado que se difunde en toda nuestra alma y ella ya puede sentir la felicidad que gozan los bienaventurados en el cielo.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team