Sábado, 22 De Enero : Santo Tomás de Aquino
Los inmensos beneficios con los que el Señor ha agraciado al pueblo cristiano, hacen que éste quede elevado a una dignidad inestimable. En efecto, no hay ni habrá nunca una nación en la que los dioses estén tan cerca de nosotros como lo está nuestro Dios (cf Dt 4,7). El Hijo único de Dios, con el propósito de hacernos participar de su divinidad, asumió nuestra naturaleza y se hizo hombre para divinizar a los hombres. Todo lo que ha tomado de nosotros, lo ha puesto al servicio de nuestra salvación. Porque es para nuestra reconciliación que ofreció su cuerpo a Dios Padre sobre el altar de la cruz; derramó su sangre como precio de rescate de nuestra condición de esclavos y para purificarnos de nuestros pecados por el baño de la regeneración. Para que permanezca en nosotros el recuerdo continuado de un tan gran beneficio, dejó a los creyentes su cuerpo como alimento y su sangre como bebida bajo las especies del pan y del vino. ¡Oh admirable y hermoso banquete que trae la salvación y contiene la dulzura en plenitud! ¿Se puede encontrar algo de más precio que esta comida en la que ya no es la carne de terneros y machos cabríos sino Cristo, verdadero Dios, el que se nos ofrece?
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