Sábado, 22 De Marzo : Monasterio Santa Catalina del Monte Sinaí

El Señor es auxilio y protección… Cristo pleno de misericordia que portas el pecado del mundo, recibe mi débil oración y concédeme el perdón de las numerosas faltas que he cometido en mi vida. Jesús misericordioso, ten piedad de mí, presa caída entre las manos del Truhán: sana, oh Verbo, las heridas de mi alma miserable y sálvame, tú que eres compasivo. Cómo el hijo pródigo, yo derroché todos mis bienes y estoy yaciente en tierra, desnudo de toda virtud. Sí, he pecado, Padre. Recíbeme y trátame como a uno de tus jornaleros. Madre de Dios, estoy atado por las cadenas del pecado, postrado: libérame, Toda Pura, de mis numerosas miserias, como Dios, nacido de ti, ha liberado a Adán caído en tierra. Sobre la roca sólida de la fe en ti, afirma la resolución de mi alma y fortifícame, Señor, porque en ti tengo auxilio, refugio y plaza fuerte. Vuelve, miserable alma mía, vuelve al Señor y grita: “He pecado, Maestro, recíbeme como antes recibiste a Manasés arrepentido” (cf. 2 Cr 33,12). Lucho, temo, y ante el pensamiento del Día temido, exclamo: “¡Oh Señor misericordioso, otórgame ahora, antes del fin, el perdón de mis pecados!” Cómo el hijo pródigo exclamo: “He pecado”. Y no me animo a levantar mi mirada hacia ti, Dios compasivo y amigo del hombre. Vuélvete y ten piedad de mí. Madre de Dios, Amante del Bien, Virgen Toda Santa, para qué nos libere eternamente de toda pena, suplica sin cesar al Maestro misericordioso, tu Hijo.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team