Sábado, 29 De Enero : San Gregorio de Nisa
“Porque ya pasó el invierno, cesaron y se fueron las lluvias” (Ct 2,11), dice el Esposo del Cantar de los Cantares. El mal lleva distintos nombres, según la diversidad de su efecto. Se denomina invierno, lluvia, aguaceros y cada uno de esos nombres simboliza respectivamente una tentación distinta. El invierno simboliza la multitud de formas del mal. (…) ¿Qué decir de las tormentas en el mar durante el invierno? Saliendo de los abismos, el mar se enardece e imita las rocas y las montañas, levantando su altura por arriba de su nivel. Se lanza contra la tierra como un enemigo, se precipita sobre los costados y rompe todo con los golpes de sus olas, como una máquina de guerra. Interpretemos esos males del invierno y todos los que se podrían agregar, relacionándolos con su sentido simbólico. (…) ¿Qué es ese mar de olas rugientes? ¿Qué es esa lluvia y esos aguaceros? ¿Cómo esa lluvia cesa por ella misma? El sentido profundo de esos enigmas del invierno está en relación con lo humano y concierne la libertad de nuestra voluntad. (…) La naturaleza humana al comienzo florecía (…) pero el invierno de nuestra desobediencia secó la raíz, la flor cayó y se disolvió en tierra. El hombre fue despojado de la belleza inmortal y la hierba de las virtudes se secó, el amor a Dios se enfrió, en tanto que la iniquidad crecía. Innumerables pasiones se levantaron en nosotros por vientos hostiles que llevaron al naufragio de las almas. Pero cuando llega el que aporta la primavera a nuestras almas, amenaza al viento cuando ese viento es malvado despertando al mar: “¡Silencio! ¡Cálmate!” (Mc 4,39). Enseguida todo vuelve a la calma y la serenidad y nuestra naturaleza reverdece y florece. Las flores de nuestra vida son las virtudes, que florecen y producen frutos “en su estación” (Sal 1,3). Entonces el Verbo dice: “Ya pasó el invierno”.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team