Viernes, 10 De Enero : San Antonio de Padua
¡Qué admirable esta mano del Señor! Esta “mano de mi Bien -amado, como cubierta de oro y piedras preciosas” (Ct 5,14). Esta mano cuyo contacto desata la lengua del mudo (Mc 7,33), resucita a la hija de Jairo (Mc 5,41), purifica al leproso (Mt 8,3). Esta mano de la que el profeta dijo “”Todo esto lo hizo mi mano y todo me pertenece (Is 66,2). Extender la mano es dar un regalo. ¡Oh Señor, extiende la mano –esta mano que el verdugo te extenderá sobre la cruz! Toca al leproso y hazle el bien. Todo lo que tu mano tocará será purificado y sanado.”Tocándole la oreja, lo curó” (Lc 22,51), dice Lucas del servidor herido. “Él hace todo lo que quiere” (Sal115 [113 b],3). En él, nada separa querer y realizar. Esta sanación instantánea, Dios la opera cada día en el alma del pecador, con el ministerio del sacerdote. El sacerdote realiza un triple movimiento: extiende la mano, reza por el pecador con misericordia; lo toca, consuela y promete el perdón de Dios y, con la absolución, le otorga el perdón del Señor. A Pedro, le había confiado un triple ministerio pastoral, diciéndole tres veces “Apacienta mis ovejas” (Jn 21,15-17).
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team