Viernes, 18 De Octubre : San Juan Crisóstomo
La lectura de las santas Escrituras es un campo espiritual y un paraíso de delicias, aún más agradable que el paraíso de antes. Este paraíso, Dios no lo plantó sobre la tierra, sino dentro del alma de los fieles. No lo puso en el Edén, ni en un lugar preciso en Oriente (Gn 2:8), pero lo difundió en toda la tierra y lo desplegó hasta las extremidades de la tierra habitada. Y como ahora comprendes que desplegó las santas Escrituras sobre toda la tierra habitada, escucha al profeta que dice: «Por toda la tierra se ha difundido su voz, y hasta los confines de la tierra sus palabras» (Sal 18:5; Rm 10:18)… Este paraíso es también una fuente, al igual que el anterior (Gn 2:6.10), fuente de la cual nacen innombrables ríos… ¿Quién lo dice? ¡Dios mismo! Es El quien nos hace el don de todos los ríos: «El que cree en mí, nos dice según la palabra de la Escritura, de su seno brotarán ríos de agua viva» (Jn 7:38)…Esta fuente es incomparable no solamente por su abundancia sino también por su naturaleza. En efecto, no son ríos de agua sino los dones del Espíritu. Esta fuente se comparte entre todas las almas de los fieles sin que disminuya. Se divide pero no se agota…Es entera dentro de todos así como en cada uno: tales son los dones del Espíritu. Quieres saber ¿cuál es la abundancia de estos ríos? ¿Deseas saber la naturaleza de estas aguas? ¿En qué se distinguen de las que encontramos en la tierra pues aquellas son aún mejores y magnificas? Escucha de nuevo a Cristo hablando con la Samaritana para poder comprender la abundancia de la fuente: «El agua que le daré a aquél que crea se convertirá en él fuente de agua que brota para vida eterna» (Jn 4:14)… ¿Quieres tú también conocer su naturaleza? ¡Úsala pues! Ya que es no es útil para la vida de aquí abajo, sino para la vida eterna. Pasemos pues nuestro tiempo en ese paraíso: seamos invitados a beber de esta fuente.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team