Jueves, 10 De Febrero : San Juan de la Cruz
¡Señor Dios, amado mío! Si todavía te acuerdas de mis pecados para no hacer lo que te estoy pidiendo, haz tu voluntad, Dios mío, que es lo que yo más quiero. Ejercita tu bondad y misericordia y serás conocido en ellos. Si esperas a mis obras para por ese medio conceder mi ruego, dámelas tú. Realízalas, así como las penas que tú quisieras aceptar y hágase tu voluntad. Y si a las obras mías no esperas, ¿qué esperas, clementísimo Señor mío? ¿Por qué tardas? Porque si, en fin, ha de ser gracia y misericordia que de tu Hijo te pido, toma mi ofrenda ya que la quieres y dame este bien, que también quieres. ¿Quién se podrá librar de los modos y términos bajos si no lo levantas a ti en pureza de amor, Dios mío? ¿Cómo se levantará a ti el hombre, engendrado y criado en bajezas, si no le levantas tú, Señor, con la mano que lo hiciste? No me quitarás, Dios mío, lo que una vez me diste en tu único Hijo Jesucristo, en quien me diste todo lo que quiero. Por eso me alegraré porque no tardarás, si yo espero. ¿Por qué se dilata tu espera, ya que ahora puedes amar a Dios en tu corazón? Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías; y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. ¿Qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, y todo es para ti. No te pongas en menos ni repares en migajas que se caen de la mesa de tu Padre. Sal fuera y gloríate en tu gloria, escóndete en ella y goza, y alcanzarás las peticiones de tu corazón.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team