Jueves, 20 De Julio : Beato María-Eugenio del Niño Jesús
La humildad es fruto de la luz de Dios en el alma. Sería inútil pretender adquirirla por propios esfuerzos. (…) Es necesario pedir la luz de la humildad. Es esencial también recibirla bien. (…) “Aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón” (Mt 11,29), proclama Jesús. La humildad y la paciencia son virtudes características, el perfume personal de su alma, el que deja al pasar e indica los lugares en los que reina. La humildad de Cristo Jesús, humildad ferviente por excelencia, procede de la luz del Verbo que habita corporalmente en él…Entre la naturaleza divina y la naturaleza humana de Cristo Jesús, unidas por la relación de la unión hipostática, subsiste la distancia hasta el Infinito…Este Infinito se junta con su humanidad y la sumerge en abismos de adoración y humildad dónde ningún hombre podría seguirla, ya que nadie ha contemplado tan cerca y profundamente al Infinito… Este Infinito es amor que se entrega, unción que se propaga, en la forma suave, apacible y beatificante de Cristo Jesús, enteramente paciente y humilde. Humildad y paciencia, fuerza y suavidad, el perfume de Cristo es también perfume de humildad ferviente, signo auténtico de contactos divinos y llamado discreto pero firme a nuevas visitas de la Misericordia de Dios.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team