Jueves, 22 De Febrero : Venerable Pio XII
Han venido aquí en la víspera del día en que la Iglesia celebra la fiesta de la Cátedra de san Pedro en Roma (…). Miren la cátedra desde donde el primer papa se dirigía a los primeros cristianos, como yo en este momento. Es allí que él los exhortaba a la vigilancia contra el diablo, que como un león rugiente, ronda alrededor de nosotros y busca a quién devorar (1 Pe 5, 8-9). Es allí que él los exhortaba a guardar la firmeza en la fe, a fin de no dejarse llevar por los errores de los falsos profetas (2 Pe 2,1 ; 3,17). Esta enseñanza de Pedro continúa en sus sucesores, y continuará, inmutable, a través de los tiempos, porque tal es la misión que Cristo mismo ha dado al jefe de la Iglesia. Para mostrar el carácter universal e indefectible de esta enseñanza, la sede de la primacía espiritual ha sido, fijada en la ciudad de Roma, luego de una preparación providencial. Dios, según la observación de nuestro predecesor san León Magno, condujo mediante su Providencia a los pueblos a reunirse en un solo imperio, del que Roma era la capital, para que de ella la luz de la verdad, revelada para la salvación de los pueblos, se difundiera más eficazmente en todos sus miembros (Sermón LXXXII). Los sucesores de Pedro, mortales como todos los hombres, pasan ellos también, más o menos rápidamente. Pero la primacía de Pedro subsistirá siempre, gracias a la asistencia especial que le fue prometida al encargarle Jesús de confirmar a sus hermanos en la fe (Lc 22,32). No importa el nombre, el rostro, los orígenes humanos de cada papa. Es siempre Pedro quien vive en él, es Pedro quien dirige y gobierna, sobre todo es Pedro quien difunde sobre el mundo la luz de la verdad liberadora. Ello hacía decir a un gran orador sacro que Dios ha establecido en Roma una cátedra eterna: “Pedro vivirá en sus sucesores, Pedro hablará siempre en su cátedra” (Bossuet, Sermón sobre la unidad de la Iglesia, 1).
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