Jueves, 29 De Febrero : San Carlos de Foucauld
“Un poco más, y el impío ya no existirá; si buscas su casa, ya no estará; pero los humildes poseerán la tierra y gozarán de una gran felicidad” (Sal 37,10-11). Todo este salmo es el desarrollo admirable de este pensamiento: hay tristezas sobre la tierra para los justos, pero esas tristezas son la semilla de una alegría eterna. ¡Que esperen y se consuelen y agradezcan a Dios! Se guarden de tener envidia a los mundanos alegres, que esperan a la puerta de una eternidad de tristes tormentos. Pobre Lázaro, no envidies al rico que se regocija y come espléndidamente. ¡Eres tú el feliz! (…) No envidiemos a los mundanos, con sus regocijos y prosperidades… no son ellos los felices. Los felices son los que tienen a Dios por Señor, que no viven para placeres, riquezas, honores, amoríos, afectos sólo humanos, terrenos. ¡Felices los que viven para Dios sólo y tienen la mirada únicamente en él! Él, que reina perfectamente, como soberano Señor, gobierna todo en un reino perfectamente sometido. Demos gracias a Dios por nuestra felicidad. Dios nos ha amado con un amor eterno y por eso en su misericordia nos atrae a él. Amemos mismo nuestras tristezas, ellas son marca de nuestra separación del mundo. Ofrezcámoslas a Dios, pidiéndole hacer de nosotros lo que desea.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team