Jueves, 8 De Junio : Venerable Madeleine Delbrêl
“Tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo…” (cf. Mc 12,30-31). Para el hombre, todo amor es una cuestión del corazón. Sin el corazón del hombre no hay amor humano. Sin Jesús no seríamos capaces de amar a Dios con un amor que sea el amor de su criatura humana. Porque nuestro corazón estaba pervertido, porque ignorábamos qué es un corazón convertido, tornado hacia Dios, ofrecido a Dios. Jesús explicando y mostrándolo, nos ha revelado cómo debe vivir, debe actuar, el hombre de corazón convertido. Porque hemos visto y tocado a Jesús, Dios hecho hombre, podemos encontrar Dios en nuestro corazón. El amor personal de Jesús por nosotros y nuestro amor por él, el corazón a corazón con él, es nuestro acceso al amor de Dios. Somos incapaces e ignorantes para poder y saber cómo “amar al Señor, Dios, con todo el corazón” sin la contemplación e imitación del corazón de Jesucristo. (…) Para saber lo que es un corazón puro y un corazón bueno, es necesario mirar a Jesús. Sólo él lo sabe, sólo él lo enseña, sólo él lo da. Gracias a él aprendemos con qué amor podemos amar a Dios y conocemos con qué amor Dios ama a los hombres. En un corazón a corazón con sus compañeros, Jesús ha revelado el acceso al amor de Dios. También en un corazón a corazón, Jesús nos revela y hace vivir el misterio del amor de Dios. En ese corazón, Jesús nos muestra su corazón puro y bueno, el corazón que llegará a ser nuestro corazón convertido.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team