Lunes, 19 De Febrero : Beato Columba Marmion
Pensar en el prójimo más que en nosotros mismos. Pensar en sus intereses, su agrado, su alegría. Este es el signo de la verdadera caridad. Para actuar de esta forma -no sólo una vez sino diez veces, siempre y en todas circunstancias- con respecto a nuestros hermanos, sin distinción, hay que amar verdaderamente a Dios. Semejante amor del prójimo reclama demasiada abnegación como para poder sostenerse largo tiempo, apoyándose sólo en sí mismo. Únicamente es posible si nace de Dios. Por eso, Jesús en persona reporta la caridad hacia el prójimo como el signo por excelencia de Dios, en un alma. (…) ¿Qué es la caridad? Es el amor de Dios, abrazando en un mismo impulso a Dios y a todo lo que le está unido: la humanidad de Cristo y, en Cristo, todos los miembros de su cuerpo místico. Cristo está afligido en los afligidos, enfermo en los enfermos, triste en las almas acabadas de tristeza.¿No es la palabra misma de la verdad infalible “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (Mt 25,40). Nuestro Señor, al encarnarse, tomó sobre sí mismo todas nuestras debilidades (cf. Is 53,4). Aliviándolas en el prójimo, es a él que aliviamos. (…) Veamos en nuestro hermano a Cristo mismo y lo serviremos con solicitud. (…) Si tenemos esta visión de la fe, nuestro amor será siempre entusiasta, desinteresado y no nos quejaremos si debemos frecuentemente darnos a los otros.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team