Lunes, 9 De Enero : San Gregorio Magno
Lo deja todo el que no guarda nada para sĂ. Lo deja todo el que, sin reservarse nada para sĂ, abandona lo poco que posee. Nosotros, por el contrario, nos quedamos atados a lo que tenemos, y buscamos ĂĄvidamente lo que no tenemos. Pedro y AndrĂ©s pues, abandonaron mucho al renunciar los dos al mero deseo de poseer. Abandonaron mucho puesto que, renunciando a sus bienes, renunciaron tambiĂ©n a sus ambiciones. AsĂ pues, al seguir al Señor renunciaron a todo lo que hubieran podido desear si no le hubiesen seguido. Que nadie, pues, incluso el que ve que algunos han renunciado a grandes riquezas, no diga para sĂ mismo: «Mucho quisiera yo imitarles en su menosprecio de este mundo, pero no he dejado nada ». AbandonĂĄis mucho, hermanos mĂos, si renunciĂĄis a los deseos terrestres. Y el Señor se contenta con nuestros bienes exteriores, por mĂnimos que sean. Porque, en efecto, lo que Ă©l aprecia es el corazĂłn y no los bienes; pone mĂĄs atenciĂłn en las disposiciones que acompañan a la ofrenda que le hacemos, que a la misma ofrenda. Porque si tenemos en cuenta los bienes exteriores, vemos que nuestros santos comerciantes han pagado con sus redes y sus barcas la vida eterna que es la de los ĂĄngeles. El Reino de Dios no tiene precio: y sin embargo sĂłlo vale lo que tenĂ©is.
Lecturas CatĂłlicas Romanas – rosary.team