Martes, 17 De Enero : Benedicto XVI
Es particularmente urgente a nuestra época recordar que el domingo, el Día del Señor, es también día de descanso en lo que se refiere al trabajo. Deseamos vivamente que esto sea reconocido como tal por la sociedad civil, de manera que sea posible estar libre de las actividades del trabajo sin estar, por otra parte, penalizado. En efecto, los cristianos, en relación con el significado del sábado en la tradición judía, siempre han visto igualmente en el Día del Señor, el día de descanso del trabajo cotidiano. Esto tiene un sentido preciso, constituyendo una relativización del trabajo, el cual está ordenado al hombre: el trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo. Es fácil, pues, comprender la protección que de ello se desprende para el mismo hombre, que así se emancipa de una posible forma de esclavitud. Tal como he tenido ocasión de afirmar, “el trabajo es de primera importancia para la realización del hombre y para el desarrollo de la sociedad, y por eso es conveniente que sea siempre organizado y llevado a cabo dentro del pleno respeto a la dignidad humana y al servicio del bien común. Es importante, al mismo tiempo, que el hombre no se deje dominar por el trabajo, que no haga de él un ídolo, con la pretensión de encontrar en él el sentido último y definitivo de la vida”. Es en el día consagrado a Dios que el hombre comprende el sentido de su existencia así como de su trabajo.
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