Martes, 2 De Abril : Homilía de un autor anónimo del siglo XIII
“María” te reconozco por tu nombre, aprende a conocerme por tu fe. “Ella le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!»”, enséñame a buscarte, enséñame a retenerte. “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre” (Jn 20,17). No crees todavía que soy igual, coeterno y consustancial al Padre. Créelo y me habrás retenido. Tu mirada se detiene en el hombre, por eso no crees, no crees por lo que ves. No ves a Dios, cree y verás. Por tu fe, me retendrás, como esa mujer que “le tocó los flecos de su manto, pensando: «Con sólo tocar su manto, quedaré curada»” y fue curada (cf. Mt 9,20-22). ¿Por qué? Porque me ha tocado por su fe. Retiéneme con esa mano, búscame con esos ojos, corre hacia mí con esas piernas. No estoy lejos de ti, soy el Dios cercano (cf. Dt 4,7), Palabra en tu boca y tu corazón. ¿Qué hay más cercano al hombre que su propio corazón? Es ahí, en la profundidad de su interior, que me han descubierto los que me encontraron. Lo que está en el exterior sólo concierne la vista. Mis obras son reales, aunque son frágiles y pasajeras. Mientras que yo, su Creador, permanezco siempre en lo más profundo de los corazones puros.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team