Martes, 20 De Agosto : Santa Catalina de Siena
[Santa Catalina escuchó a Dios decir:] ¡Qué pena queridísima hija! ¡Mira que vergüenza para esos hombres, tan miserablemente ávidos de los bienes mundanos, que ni siquiera siguen las indicaciones de la luz natural para adquirir el Bien supremo y eterno! Ni siquiera realizan lo que realizaron esos filósofos por amor a la ciencia, cuando comprendieron que las riquezas eran un obstáculo para ellos y se despojaron de ellas. En cambio, estos otros hombres quieren hacerse un dios con sus riquezas, ni más ni menos. Sienten más dolor por la pérdida de esos bienes temporales, que por perderme a mí, el Bien supremo, la riqueza eterna. Mirando de cerca, descubrirás que en ese deseo desordenado, en esta voluntad desreglada de devenir rico, está la fuente de todos los males. Así les dijo mi Verdad: “Es más difícil que un rico entre en la vida eterna, que un camello pase por el ojo de una aguja” (Mc 10,25). Estos son los que con miserable afecto desordenado ambicionan la riqueza, buscando poseer el mundo entero. No pueden pasar por la puerta, porque es estrecha y baja. Por esto, si no arrojan su carga al suelo, no pierden su afecto a las cosas del mundo y no desciendan la cabeza por humildad, no podrán pasar. No tienen otra puerta que los conduzca a la vida sino ésta. Tienen, sí, una puerta grande que los lleva a la eterna condenación y, como ciegos, no parecen ver la ruina a la que se encaminan.
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