Martes, 24 De Octubre : San Claudio de la Colombière
He comprendido que es una gran felicidad pertenecer enteramente a Dios, dada su grandeza infinita. Dios nos honra considerablemente al llamarnos a la santidad. He comprendido esto mediante la comparación a un rey que elige a uno de sus súbditos para pertenecer únicamente a él, y que no quiere que preste servicio a ningún otro sino a su propia persona, el rey, quien desea de aquél toda su amistad ; en particular si se trata de un príncipe de gran mérito. Amamos al rey, aunque no lo hayamos visto jamás, aunque no lo debamos ver jamás, aunque no nos ame, aunque ignore nuestros sentimientos, aunque no nos conozca y aunque, conociéndonos, no nos tenga en consideración. Y a Dios, a quien en verdad no vemos, pero a quien veremos eternamente, quien nos ve, nos ama, nos hace el bien, quien es testigo de todos nuestros pensamientos, ¡no podemos amarlo! – Lo primero se debe a que el rey es nuestro amo. – ¿Y no es Dios nuestro amo, y, además, nuestro Creador, y nuestro Padre, etc. ? Si Dios reina en nosotros, todo lo obedecerá, todo se hará siguiendo hasta el más pequeño de sus mandamientos, nada se hará sino según sus órdenes. Además, trataremos de agradarle en todas las cosas, estudiaremos sus inclinaciones, nos anticiparemos a sus deseos, haremos, siempre y en todo, aquello que creamos que le agradará más; puesto que estas son las dos cosas que tenemos respecto a los reyes: una sumisión ciega y una extrema complacencia, hacer lo que agrada a Dios y lo que le agrada por sobre todo.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team