Martes, 9 De Mayo : San Gregorio de Nisa
“¡Ven conmigo del Líbano, novia mía, ven desde el Líbano! Desciende desde la cumbre del Amaná, desde las cimas del Sanir y del Hermón, desde la guarida de los leones, desde los montes de los leopardos” (Ct 4,8). Con acierto el Verbo menciona a leones y leopardos para hacer más hermoso, en comparación con cosas desagradables, el placer de lo que encanta. (…) Habiendo perdido antiguamente la semejanza con Dios, el hombre cambió haciéndose bestia salvaje a imitación de la naturaleza animal y se transformó en leopardo y león por su vida de pecado. (…) La vida en la paz deviene más encantadora después de una guerra y los momentos oscuros previos la hacen deliciosa. La salud es un bien más placentero a los sentidos de nuestro cuerpo cuando nuestra naturaleza se restablece al salir de los horrores de la enfermedad. Igualmente, el divino Esposo hace crecer en el alma que sube hacia él la intensidad y plenitud de la alegría que le dan sus bienes. No se contenta con mostrar a su Esposa su propia belleza, también le recuerda la horrible forma de bestias, para que encuentre aún más sus delicias en las bellezas presentes, comparándolas con lo que lo ha intercambiado. Quizás el Verbo también prepara providencialmente otra gracia para su Esposa. Desea que, aunque por naturaleza estemos sujetos al cambio, no nos deslicemos hacia el mal por una falta de nuestra naturaleza cambiante. Quiere que con un progreso continuo hacia la perfección, nos ayudemos con esta disposición al cambio para subir hacia los bienes superiores. De esta forma, el carácter cambiante de nuestra naturaleza no nos lleva a cambiar hacia el mal. Por eso, el Verbo, pedagogo y guardián, para alejarnos del mal, nos recuerda las bestias que un día nos han dominado, para que abandonemos el mal. Realizando nuestra estabilidad e inmovilidad en el bien, no cambiamos en mal, cambiamos siempre en bien.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team