Miércoles, 12 De Enero : San Juan Casiano
Imposible distinguir todas las formas de oración, salvo tener una pureza de corazón especial y luz extraordinaria del Espíritu Santo. Su número es tan grande que se pueden encontrar en un alma, mejor dicho, en todas las almas, estados y disposición diferentes. (…) La oración se modifica en todo instante, según el grado de pureza al que el alma llegó, según su disposición actual, debido a influencias extranjeras o espontáneas. Es cierto que ninguna persona permanece todo el tiempo idéntica a ella misma. Rezamos diferente según tengamos el corazón ligero por la alegría o apesadumbrado por la tristeza o desesperación. También si vivimos la ebriedad de la vida sobrenatural o la depresión por tentaciones violentas; cuando imploramos el perdón de nuestras faltas o pedimos una gracia, virtud, sanación de un vicio. O en la compunción que inspira el pensamiento del infierno y el temor del juicio y cuando ardemos por el deseo de los bienes futuros. En la adversidad y el peligro o en la paz y la seguridad; si nos sentimos inundados de la luz con la revelación de misterios del cielo o paralizados por la esterilidad en la virtud y la sequedad en los pensamientos. (…) Los diversos modos de oración serán seguidos de un estado más sublime todavía y de una más grande elevación. Es una mirada a Dios sólo, un gran fuego de amor. El alma se funde y se sumerge en la santa dilección. Permanece con Dios como con su propio Padre, familiarmente, con una ternura de piedad particular.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team