Miércoles, 4 De Enero : Ruperto de Deutz
“Juan estaba allí, de pie, con dos de sus discípulos cuando Jesús pasaba”. Se trata de una postura corporal que traduce algo de la misión de Juan, de su vehemencia de palabra y de acción. Pero, según el evangelista, se trata también, más profundamente, de esta viva tensión, siempre presente entre los profetas. Juan no se contentaba con desempeñar exteriormente su papel de precursor. El guardaba en su corazón el vivo deseo de ver a su Señor a quien había reconocido en el bautismo. (…) Sin duda alguna, Juan tendía hacia el Señor con todo su ser. Deseaba verlo de nuevo, porque ver a Jesús era la salvación para quien le confesaba, la gloria para quien lo anunciaba, la alegría para quien lo mostraba. Juan se mantiene de pie, alerta por el deseo profundo de su corazón. Se mantenía de pie, esperaba a Cristo todavía oculto en la sombra de su humildad. (…) Con Juan estaban dos de sus discípulos, de pie como su maestro, primicias de aquel pueblo preparado por el precursor, no por él mismo, sino por el Señor. Viendo a Jesús que pasaba, Juan dice. “Este es el Cordero de Dios” Prestad atención a las palabras de esta narración. A primera vista, todo parece claro, pero para quien penetra en el sentido más profundo, todo se manifiesta cargado de significado y misterio. “Jesús pasaba”: Qué significa sino que Jesús vino a participar en nuestra naturaleza humana que pasa, que cambia. Él, a quien los hombres no conocían, se da a conocer y amar pasando entre nosotros. Vino en el seno de la Virgen. Luego, pasó del seno de su madre al pesebre y del pesebre a la cruz, de la cruz al sepulcro, del sepulcro ascendió al cielo… Nuestro corazón también, si aprende a desear a Cristo como Juan, reconocerá a Jesús cuando pase. Si le sigue, llegará como los discípulos al lugar donde mora Jesús: en el misterio de su divinidad.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team