Miércoles, 7 De Junio : San Cirilo de Jerusalén
La esperanza de la resurrección es la raíz de la actividad virtuosa. La espera del premio incita el alma a emprender buenas obras. Todo obrero está pronto a soportar las fatigas si ve antes el premio de sus fatigas. Al contrario, se derrumban el cuerpo y el ánimo si no avizoran recompensa alguna. Un soldado que espera recibir una recompensa por el combate está listo para la lucha. Pero un hombre enrolado por un rey que, falto de juicio, no le propone ninguna recompensa, no está dispuesto a enfrentar la muerte. Toda alma que cree en la resurrección se trata a sí misma con respeto, mientras que el alma que no cree en la resurrección se entrega a la ruina. El que cree en la resurrección respeta sus vestidos, evita ensuciarlos. (…) La santa Iglesia nos enseña una importante doctrina: la fe en la resurrección de los muertos. Enseñanza importante y esencial, rechazada a veces pero establecida por la sencilla verdad. (…) Instruidos y formados en esta santa Iglesia universal, poseeremos el Reino de los Cielos y, con nuestro compartir, obtendremos la vida eterna. Soportemos todo y el Señor nos dará la felicidad. No perseguimos un fin mediocre, ya que el objetivo de nuestro esfuerzo es la vida eterna. Por eso, cuando proclamamos nuestra fe con el artículo “Creo en la resurrección de la carne”, proclamamos también que creemos “en la vida eterna”, que es para los cristianos el objeto de nuestra lucha.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team