Sábado, 14 De Octubre : San Juan Casiano
El espíritu humano no puede permanecer vacío de pensamientos. Si no se ocupa de las cosas de Dios, se queda fatalmente comprometido con lo que aprendió precedentemente. En el momento que no tiene adonde ir y ejercer su infatigable actividad, una pendiente ineludible lo lleva hacia los temas de la primera infancia. (…) Recogidas con entusiasmo, cuidadosamente posadas y nominadas en los retiros del alma, portando el sello del silencio, él recibirá palabras sanadoras como el vino de suave perfume que alegra el corazón del hombre. Maduradas por largas reflexiones y en la lentitud de la paciencia, las versará del receptáculo del pecho, con olas de exquisitos perfumes. Como un manantial incesante, abundarán en los conductos de la experiencia y canales plenos de virtudes. Surgirán de su corazón, como de un abismo, en ríos inagotables. Le ocurrirá lo que dice el libro de los Proverbios dirigiéndose al hombre, en el que todo se transformó en realidad: “Bebe el agua de tu cisterna y la que fluye de tu propio pozo” (Prov 5,15). Según la palabra del profeta Isaías “Tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan. Reconstruirás las ruinas antiguas, restaurarás los cimientos seculares” (Is 58,11-12). La bienaventuranza prometida por el mismo profeta le será compartida: “Aquel que te instruye no se ocultará más, sino que verás a tu maestro con tus propios ojos. Tus oídos escucharán detrás de ti una palabra: Este es el camino, síganlo, aunque se hayan desviado a la derecha o a la izquierda” (Is 30,20-21). Entonces, no sólo toda la dirección de su corazón y su estudio, sino también las mismas disparidades de pensamiento y su vagabundaje, serán una santa e incesante meditación de la ley divina.
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team