Viernes, 6 De Enero : Beato Guerrico de Igny
«¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz!» (Is 60,1) ¡Bendita seas, oh Luz, «que vienes en el nombre del Señor»! «El Señor es Dios, Él nos ilumina» (Sl 117, 27). Por su benevolencia, este día santificado por la luz radiante de la Iglesia, ha brillado sobre nosotros. Por eso te damos gracias «luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene al mundo» (Jn 1,9), y es, precisamente por esto que ha venido al mundo en forma humana. Resplandece Jerusalén, nuestra madre (Gal 4,26), madre de todos los que han merecido ser iluminados; desde ahora alumbra a todos los que están en el mundo. Te damos gracias, Luz verdadera: te has hecho lámpara para iluminar a Jerusalén y para que el Verbo, la Palabra de Dios, sea «la lámpara que ilumina mis pasos» (Sl 118,105)… Y no sólo ha sido iluminada sino que ha sido «puesta encima como un farol» todo él como de oro macizo (Mt 5,15; Ex 25,31). Vedla convertida en «la ciudad situada en la cumbre de los montes» (Mt 5,14)… para que su Evangelio llegue a alumbrar a todos los imperios del mundo… Oh Dios, que iluminas a todas las naciones, por ti hemos cantado «El Señor vendrá e iluminará los ojos de sus siervos». Ahora ya has venido, oh Luz mía: «Ilumina mis ojos para que jamás me duerma en la muerte» (Sl 12,4)… Has venido ya, oh Luz de los creyentes, y hoy nos has dado el gozo de ser iluminados por la fe, que es nuestra lámpara. Danos siempre el gozo de ver tu luz sobre lo que en nosotros queda de tiniebla… Este es el camino que debes seguir, alma fiel, para llegar a la patria donde «las tinieblas serán como el mediodía» (Is 58,10) y «la noche será tan clara como el día» (Sl 138, 12). Entonces «tú verás y estarás radiante, tu corazón se maravillará y se dilatará», cuando toda la tierra estará llena de la majestad de la luz infinita y «en ti se manifestará su gloria» (Is 60,5.2)… « ¡Venid, caminemos a la luz del Señor!» (Is 2,5) Entonces marcharemos «como hijos de la luz» «de claridad en claridad, como conducidos por el Señor que es Espíritu» (2C 3,18).
Lecturas Católicas Romanas – rosary.team